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El gasto económico de cuidar una mascota3/18/2020 Cuando iniciamos una vida económicamente independiente, tenemos en cuenta muchas cuestiones importantes para nuestro día a día. Para empezar, el alquiler o, en su defecto, y si somos lo bastante afortunados como para tener un contrato indefinido y bien pagado, la acción en sí de calcular una hipoteca y solicitarla para disponer de una vivienda en propiedad antes o después.
Luego viene el tema del consumo de agua y luz, de la cesta de la compra mensual y del colchón económico. Todo, por supuesto, aumenta en lo relativo a costes si tenemos hijos a nuestro cargo. O mascotas, justamente el factor en el que muy poca gente piensa hasta que toman la decisión de adoptar un gato o un perro. Aunque no tengamos hijos a nuestro cargo, aunque el alquiler no sea muy elevado o compartamos piso, lo cual siempre supone un ahorro mensual importante, las mascotas son una responsabilidad, porque son seres vivos. Debemos invertir cada mes en alimentos y bebidas, en utensilios para su ocio y su higiene, en transportines para llevarlos al veterinario, en el veterinario en sí, etc. Porque las mascotas, aunque no son seres humanos, merecen cuidado, cariño y atención. Eso significa que arriesgarnos a adoptar un animal sin tener los recursos económicos esenciales para hacerlo es, en todos los sentidos, una irresponsabilidad. Es importante que analicemos primero nuestra situación y pongamos en un esquema, escrito, dibujado o mental, todas nuestras responsabilidades financieras. También debemos saber cuánto margen tenemos, desde nuestra situación, para utilizar parte de nuestros ahorros, o invertir créditos rápidos y fáciles en la inversión inicial. No solo importa la inversión inicial; los gastos, sobre todo en comida, van a ser constantes. Pero es verdad que siempre vamos a gastar más dinero el primer mes que tengamos a nuestra mascota en casa, ya que tenemos que equiparla y equiparlo con todo lo necesario. Después, podemos empezar a encontrar un equilibrio. Pero, eso sí, debemos tener siempre muy presente este dogma: tener un ser vivo a nuestro cargo es siempre prioritario, sea o no sea nuestro hijo o una persona. Cualquier otra consideración carece de importancia.
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