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Un mito financiero recurrente afirma que lo mejor para ti es pedir dinero prestado a tus amigos en vez de a las entidades financieras. Sí hay ventajas en esto porque tus amigos no te exigirán todo el conjunto de requisitos que sí solicitan los bancos y empresas privadas, que son prestamistas formales. En otras palabras, el capital que recibes de tus amigos es dinero rápido.
A pesar de que contar con dinero rápido gracias a los amigos puede salvarte en situaciones complicadas, toma en cuenta que involucrarías tus finanzas en tus relaciones personales, lo cual puede ser peligroso y poco recomendable. Hay dos riesgos principales vinculados a esta práctica. Perder la relación Uno de los comentarios más frecuentes de las personas que afirman por qué no es sabio mezclar los negocios con los amigos es que pueden perderse las amistades, o por lo menos complicarse y torcerse un poco. Inevitablemente una amistad donde uno le deba dinero a otro cambiará a partir de la deuda. Como el dinero es un recurso muy necesario para subsistir y que no siempre puede reponerse fácilmente, te sentirás presionadode devolverle a tu amigo la cantidad prestada. Esto puede hacer que los momentos donde estén juntos sean incómodos para una de las partes o quizás por ambas. Si bien es cierto que el capital prestado entre amigos rara vez es alto, pueden ocurrir situaciones en la vida que te impidan devolverte el dinero en el plazo pautado, lo cual aumentaría el nivel de incomodidad y rareza existente en la relación. Cambio de términos Puede que el amigo que te haya prestado el dinero cambie los “términos” del préstamo para favorecerse, sea porque surgió una eventualidad en su vida que amerita que tenga mucho dinero al alcance, o porque simplemente quiso hacerlo. En estos casos no hay ningún sustento que le impida tomar esta acción. Este es un escenario que puede ocurrir porque, como quizás imagines, una persona natural no cuenta con los reglamentos, estatutos y rigidez que caracterizan a los prestamistas formales. Una entidad financiera nunca cambiará las condiciones del préstamo o de la línea del crédito sin una razón sustentada en su código interno o en fluctuaciones del entorno económico. Esa es la importancia de mantener un contrato claro y bien establecido. Más allá de estos riesgos hay otros asociados a la práctica de pedir préstamos de conocidos, por lo que puede concluirse que pedir préstamos de este tipo no es una actividad nada recomendable, al menos no préstamos que consistan de montos muy grandes.
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